El 6 de febrero se inauguraba en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid la exposición 1714. Memoria gráfica de una guerra, en el marco del Tricentenari que recuerda el momento en que Cataluña perdió sus instituciones nacionales de gobierno durante los últimos coletazos de la Guerra de Sucesión Española. La comisaria Mercè Morales destacó en la presentación del jueves la importante labor de investigación que ha hecho posible acceder a documentos de colecciones privadas y archivos que se encontraban en ciudades como Amsterdam, Nuremberg o Viena.
La muestra se centra en Cataluña como uno de los escenarios de un conflicto internacional que enfrentó a las potencias europeas por la corona de la Monarquía Hispánica a la muerte del rey Carlos II, llamado El Hechizado. Fallecido sin descendencia a los 38 años, el último monarca de la casa Habsburgo dejó en su testamento sus reinos al duque de Anjou -el futuro Felipe V de Borbón-, nieto de Luis XIV de Francia. Esta decisión iba en detrimento de los derechos sucesorios del archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I, por lo que Inglaterra, Holanda y el Imperio austríaco declararon la guerra a los herederos borbones.
Los principales artistas, cartógrafos y grabadores de Europa realizaron centenares de trabajos que ofrecían información sobre las campañas militares, los escenarios de la batalla y los hechos políticos más relevantes. Cataluña sería uno de los principales escenarios bélicos al convertirse Barcelona en la corte hispana del archiduque Carlos de Austria en 1705, si bien Felipe V había jurado las leyes catalanas cuatro años antes, al tiempo que el país lo aceptaba como rey.
Los cerca de 80 grabados reproducidos en esta exposición recogen los avatares de una guerra que vería cerca su fin durante la batalla de Almansa, en la que fue derrotado el ejército de Carlos de Austria, un hecho que abrió las puertas a la ocupación de Valencia y Aragón por parte de Felipe V. El representante de los Habsburgo consiguió volver a Madrid, aunque hubo de volver a Madrid perseguido por el ejército de Felipe V. Fue en 1713 cuando las dos potencias enfrentadas firmaron la paz en el Tratado de Utrecht, año en el que las autoridades catalanas resolvieron continuar sin apoyo militar externo la guerra contra el rey al ver peligrar sus antiguas leyes y su autogobierno. Finalmente, tras 14 meses de asedio, la ciudad capituló.
La promulgación en 1716 de los decretos de Nova Planta y otras disposiciones del monarca pusieron fin al gobierno catalán. Los habitantes del barrio de la Ribera, uno de los más emblemáticos de Barcelona, vieron como sus casas y comercios eran derruidos para levantar la Ciutadella, una fortaleza militar que funcionaría como elemento represor. Más de un siglo después, durante la Revolución Gloriosa de 1868, la Ciutadella sería derrumbada, dando lugar al emblemático parque que hoy lleva el mismo nombre.
1714. Memoria gráfica de una guerra es un completo recorrido por planimetrías y cartas fotográficas que constituyen un fluido relato histórico de la época. La exposición se puede visitar en el Centro Cultural Blanquerna (Calle de Alcalá, 44) hasta finales de abril de 2014.